jueves, 2 de octubre de 2014

El reporte

Año 2138. Reconstrucción del planeta llamado Tierra. Departamento de Desmitificación de actividades humanas. Informe especial número 431.430/7. Planeamiento e ilusión humana VII. Los sueños.

Nada es onírico, o todo lo es, quizás. No lo sabemos. A cada momento, uno sueña, a cada momento uno despierta. Siempre estamos despiertos. El sueño es una simulación de estar despiertos que transcurre en el momento, en el único momento que dormimos. Contadas son las ocasiones en que alguien sueña estar dormido. Y aun más excepcionales y aisladas son las situaciones en que quien sueña estar dormido, sueña que en ese descanso, sueña. Todos sueñan, minuto tras minuto, segundo tras segundo, por lo que nos permitimos definir entonces al tiempo como una sucesión de sueños. Mas la medida, mas allá de su valor en originalidad y espiritualidad, mas allá de un valor bohemio, no sería nada exacta. Imaginemos a modo de ejemplo,  el siguiente diálogo:

-          ¿Tardó mucho el colectivo en venir?
-          Y... unos treinta y ocho sueños.
-          Ah, vino rápido entonces.
-          Eso para vos, que sos un soñador... encima no pude dormir.
-          ¿Dormiste poco?
-          Casi nada, un sueño.

¿Cuál es el problema? Sencillo, si todos, siempre considerando los sueños como unidad de tiempo, durmiésemos un sueño, seríamos hiperactivos y estaríamos infinitamente cansados, pero ¿Quién acaso puede jactarse de haber dormido mas de dos, tres, a lo sumo cuatro sueños? Esto afirma un hecho: Cuando se duerme, se pierde la noción del tiempo. Cuando dormimos perdemos la noción de nuestros sueños, de lo que se desprende que el tiempo esta emparentado con los sueños. Una solución posible seria la tercerización de la medición del tiempo dormido, es decir, y valga la redundancia, el tiempo de sueño.

-          Buah... Buen dia... ¿Cuánto dormí?
-          Y, bastante, cuatrocientos trece sueños.
-          Mirá vos, a mi me pareció uno solo.

Y esto lleva a la regla de tres simple. Si llamamos A al dormidor y B al temporizador, deducimos que un sueño de A es igual a cuatrocientos trece sueños de B. Supongamos que A se encuentra ahora como temporizador de C:

-          Me levanté con frío che... ¿Dormí mucho?
-          Y... unos setecientos ochenta y cinco sueños.
-          ¡No!... ¡Yo me tenía que encontrar con B, dos mil sueños suyos después que nos despedimos, hace noventa y seis sueños míos!
-          ¿Noventa y seis sueños dormido o despierto?
-          No lo se...
-          Yo que vos igualmente voy, por las dudas.
-          Pero se me hizo un poco tarde me parece.
-          Y... si yo fuera B, diría que unos doscientos cuarenta y seis mil ochocientos cuarenta y cinco sueños.

De mas esta decir, y queda demostrado, el peligro y la inutilidad que tendría la tercerización del tiempo de sueños. En nuestro pequeño e inocente ejemplo, B hubiese muerto esperando a C, o en su defecto hubiese envejecido tanto que probablemente la senilidad lo habría llevado a olvidar el motivo que lo llevo a encontrarse con C en aquel lugar.

Conclusiones del reporte:

Los sueños, sueños son. Y la vida… vida es. Se deduce así que es imposible una vida sin sueños, como también es imposible medirlos. Se deja en claro que no hay un tiempo en especial para soñar, siempre es el momento indicado. Tampoco hay edad.  Finalmente se concluye que solamente la dependencia de terceros puede complicar la labor de soñar libremente.


Regístrese. Comuníquese. Notifíquese. ARCHIVESE.-

Los cybercomunicadores (IV)

Otro tipo de cybercomunicador que detecta la gente de Es verdad, era mentira, son los cyberfilósofos. Un usuario que discute en soledad los ensayos y aforismos contenidos en "Parerga y paralipómena" una de las obras más destacadas del filósofo alemán Arthur Schopenahuer . Recibe aislados comentarios en su sitio como "te dejo la dirección de mi página de veterinarias de Almagro, Patas y Patitos" o "¿Esa es la nueva peli de García Bernal y Diego Luna? Fernanda". Sumido en una profunda depresión, no concibe terminar con su vida dado que su filosofía no aprueba el suicidio como camino aduciendo que el suicida no renuncia a la vida en si misma sino a la que le ha tocado vivir en condiciones desfavorables. Por eso mismo, cierra el sitio luego de 413 entradas y ningún comentario relacionado con el mismo.

Después de esto, no queda mucho por decir, puesto que el hombre en su totalidad es sólo el fenómeno de su voluntad, nada puede resultar más absurdo que, partiendo de la reflexión, querer ser algo distinto de lo que se es.

(Cualquier parecido con la coincidencia, es pura realidad)