sábado, 30 de mayo de 2009

De Rial Zing (Por Illie)

En el periodo de la infancia, los niños son víctimas de muchos inventos. Cualquier objeto, bien adornado por una fantástica historia puede ser aterrorizante. Por citar un ejemplo, ese jarrón comprado en el todo por dos pesos se convierte en las cenizas de Amburuk IV, un cruel faraón egipcio que se despierta si los chicos juegan a la pelota a la hora de la siesta. En ciertos casos, la falta de limpieza del jarrón puede colaborar con el mito de las cenizas.
Cuentan que existe, a modo de manual del alumno, una guía básica de personajes para padres que se adecuan a cada situación. Algunas ediciones brillan por su ingenio y su creatividad. Otras simplemente caen en obviedades como decir que se ha visto al ratón Perez rompíendoles los dientes a los chicos que comían chocolates antes de la cena. Estas guías ayudan a los padres en la educación brindándoles argumentos para situaciones como “El nene no me come la comida”, “El nene no deja de hacer ruido”, “El nene no guarda los juguetes” o “La nena me toma el whisky y me fuma los cigarros”.
En cuanto a los orígenes de estas historias, hay una gran diversidad de fuentes. Generalmente es el campo o las zonas rurales donde más se conservan estas leyendas, incluso entre los más grandes. Entre los más grandes idiotas.
Del mismo modo, en muchos países, se cree que lo que se cuenta de la República Argentina, su inseguridad, su inestabilidad económica, su subdesarrollo, no es otra cosa mas que una artimaña oficial utilizada por los hombres para mantener alejados a los turistas, y principalmente sus billeteras y promesas, de sus bellas mujeres.
En este espacio trataremos de describir y desenmascarar todas estas mentiras, develar la verdad, arriesgándonos a lo que ello implica. La búsqueda de la verdad es una responsabilidad que acarrea sus consecuencias. Sabemos que es muy probable que tengamos que dormir con la luz prendida hasta el día de nuestra muerte. (Después quizás la luz continúe encendida, pero no podremos dar testimonio al respecto)


De fantasmas y otras cosas con sabanas.


Pocos padres se animarían a amedrentar a sus chiquillos con los fantasmas clase "A", esos que en cierta forma son temibles y creíbles. Nadie se arriesgaría a traumar a un niño contándole que en su pieza vivía un chico de su misma edad, con el mismo pelo, el mismo nombre e incluso los mismos ojos que apareció de repente una mañana mutilado. O que anoche hubo una aparición de dos ancianas con unas bonitas hachas en sus manos en el medio del living. Recurrirá si a los típicos fantasmas que flotan, con la sábana y la cadena. Esos que hacen “uhh” nomás. Primer punto que les juega en contra: Al día de la fecha no se ha sabido que maten a nadie, ni siquiera en el capítulo mas bizarro de Scooby Doo. Segundo: Podrían resultar un poco tétricos si las sabanas fueran negras, pero encima la sábana es blanca. Tercero: ¿Quien sería tan estúpido para, teniendo la posibilidad de ser invisible, taparse con una sábana?. Cuarto: Los supuestos "fantasmas" suelen robar cigarrillos, billetes, monedas, vaciar botellas de whisky o poner números de teléfonos de cabarets en lugares inapropiados. Entonces: ¿Que puede tener un niño que le interese a este personaje vil, interesado, vicioso y fiestero?. Quinto: Todo padre alquila el video de Gasparin, donde muestran a un fantasmita debilucho, buenudo y con voz de tarado. ¿Qué temor puede imprimir en un chico un espectro de esta índole teniendo que luchar contra tamaña imagen instaurada?. Los únicos fantasmas que pueden asustar efectivamente a los chicos de hoy en día, son los fantasmas del caribe (Era tan linda, mas linda que una estrella, sus ojos negros, mi corazón, aún cautivan.)

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