Ciertas historias, por ser en extremo alocadas,
generan sensaciones distintas a la sorpresa o el asombro. Esta en particular, cuando
me la contaron por primera vez, me causó una invasión de terror.
Parece ser que por ahí, entre Caballito y Parque
Centenario, está el pasaje ese. Resulta que de repente, muere un hombre o una
mujer. Se siente mal, tiene un accidente, se pasa de viejo. Entonces, los
familiares, sádicos hijos de puta, hacen un ritual extrañísimo: Como primera
medida, llaman a unos tipos que vienen vestidos de verde, que llegan apuradísimos en unas camionetas
con luces y ruido, mucho ruido. Se quedan un rato con el muerto y después de
ahí, lo cargan en la camioneta, ya sin las luces y el ruido y se van a lugares grandes, apagados, con gente
de traje. De repente traen al muerto en un cajón de madera. Se quedan mirando,
como vigilando que no se le ocurra salir. Le hablan, lo miran. Y en determinado
momento, lo tapan. Pero ahí no termina. De ahí van a un campo al aire libre y
tiran el cajón a un pozo. ¡Y ahí viene lo peor! ¡Ahí viene la razón de mi
pánico! ¡El muerto se queda ahí adentro! ¡Lo tapan con tierra! ¡Y ni se quejan!
Encima los familiares (que ya dije que eran muy
sádicos) vuelven de vez en cuando al lugar para verificar que no se hayan ido.
¡No se levantan mas! ¿Entienden?
Realmente tengo mucho miedo de salir a pasear y
meterme sin querer en ese pasaje. Pasan cosas raras en la ciudad.
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