domingo, 22 de marzo de 2020

Por favor, no te duermas


"¿Cuándo será el fin del mundo? El día que yo muera
Proverbio árabe
En un primer momento fue una noticia tan difícil de entender como de digerir. Quizás por ello recuerda cada detalle del caso: Estaba en la cama del sanatorio. Se despertó solo en la habitación sin poder entender mucho que estaba pasando. Miró el brazo y vio que tenía una vía sobre la palma de su mano. Miró a su alrededor y vio los monitores típicos de una sala de terapia intermedia. Enseguida apareció Marcos, su hermano, que estaba en el baño. Se estaba lavando las manos y mientras las secaba, lo recibió con una sonrisa. 
¡Ya se despertó! —Asomó su cabeza por la puerta de la habitación para anoticiar al resto de la familia. Todos entraron a verlo rebosantes de alegría. 
Las primeras palabras le costaron una enormidad, pero pudo esbozar un saludo verbal a sus familiares.
No te esfuerces, estuviste en coma casi un mes. —Aclaró dulcemente su madre, mientras le acariciaba la mano que no tenía la vía intravenosa—. Ya vamos a tener tiempo de sobra para conversar.
No vaya a ser cosa que nos arrepintamos y le tengamos que pedir que se calle —acotó su hermano aún con las mános húmedas.
En cualquier momento debiera venir el doctor para darnos los resultados de los últimos estudios —interrumpió con un poco de seriedad el padre, a quien se lo notaba preocupado.

Si bien todo ese cuadro sorpresivo le generaba una gran sorpresa y una grata alegría, le costaba todavía entender toda la situación. Cuando había llegado ahí, por qué, qué había pasado eran todavía misterios que se escondían en alguna esquina poco iluminada de su memoria. Mientras miraba todos los rostros de sus familiares, esbozó una sonrisa tímida, preocupada. Más allá de los chistes de su hermano y la ternura de su madre, había un dejo de miedo en la mirada de su padre. La forma en que evitaba cruzarle la vista, las manos en los bolsillos y sobretodo ese movimiento constante, no le generaban buenas sensaciones. Fue entonces que recién pudo divisar a su hermana, casi escondida junto a los monitores y la bolsa del suero. A pesar de su sonrisa obligada se notaban los ojos hinchados, claramente había estado llorando. Quiso hablar para preguntar qué había pasado, pero otra vez le costó horrores.

Tranquilo hijo, ahora cuando venga el doctor te va a explicar todo y le vamos a preguntar cuanto vas a tardar en recuperar la voz, la memoria y si podés comer algo —la madre siempre encontraba un lugar para la comida en todas las situaciones de la vida.

El padre directamente salió al pasillo, como buscando interceptar a alguien. La hermana lo contemplaba ausente, como si todavía estuviera en coma. La madre le hacía un repaso extensivo de todas las personas que lo habían ido a visitar.

Raro que no vino nadie del trabajo —Dijo en un tono que sonaba más a un reclamo inquisidor que a una reflexión del momento. Seguramente había estado mucho tiempo pensando en por qué no se había acercado nadie—. ¿Tan ocupados están que no podían pasar a verte ni siquiera 10 minutos?.

El solamente respondió con una sonrisa sincera. Si bien le molestaba que no lo hubieran ido a visitar ni siquiera una vez, le causaba mucha gracia las preocupaciones de su madre.

Ahí lo ví al médico que entraba en la enfermería —Dijo el padre con tono solemne mientras entraba a la habitación con los brazos cruzados—. ¿Vos cómo te sentís? —apenas lanzó la pregunta se dio cuenta de lo mucho que le costaba a su hijo hablar—. No hables, contestame con la mano, ¿todo Ok?.

El volvió a sonreír y con el pulgar para arriba le confirmó que estaba bien. Empezó a notar una pequeña molestia en la espalda, por lo que intentó acomodarse en la cama.

¡Ay, te molesta la espalda! Despacio que tenés algunas escaras chiquitas, de tanto estar acostado —Le explicó la madre con tono de preocupación

Escaras” pensó para dentro suyo y tuvo un mini debate consigo mismo acerca de lo raro de esa palabra, de lo raro de la situación, de lo raro de tener tejido muerto por haber estado tanto tiempo acostado inmóvil. El médico apareció por la puerta de la habitación. La luz del pasillo, hizo que su figura inmóvil bajo el marco pareciera solemne, como un póster de un prócer. Saludó desde allí y dando un paso alargado, se adentró en la habitación.

Bueno, te despertaste al fin… buen día —le dijo casi sin mirarlo, mientras le revisaba el pulso— Vamos a ver los reflejos… ¿Te sentís bien? —preguntó casi retóricamente.

Hizo todos los estudios de rutina, le tomó la fiebre y con la mayor cara de póquer posible, se levantó y en el medio de la habitación preguntó:

¿Ustedes son los padres? ¿Podría hablar un momento con Ustedes en el pasillo?

Su hermana no pudo resistirlo y rompió en llanto. Su hermano tuvo una reacción instantánea de mirar por la ventana, pero instintivamente la reprimió y se volvió para consolarla. Sus padres salieron con el médico al pasillo, cerrando la puerta tras de ellos. El quiso hablarles a los hermanos, pero no podía pronunciar palabra. Empezó a sentirse somnoliento. Apenas sentía un sollozo de su hermana y sin darse cuenta, volvió a abrir los ojos. Sus padres estaban junto al doctor parados en la punta de su cama.

El doctor le explicó claramente su caso. Los motivos que lo habían desencadenado, los estudios que habían realizado para corroborar el diagnóstico y todas las repeticiones que necesitaron para estar seguros. Lamentablemente no había vuelta atrás y todos los esfuerzos habían sido en vano. Solamente era cuestión de tiempo. En el momento que él se durmiera, toda su familia moriría.

Sus ojos se llenaron de lágrimas. Y como si toda la familia estuviera esperando su permiso para llorar, comenzaron a llorar con él en ese instante. Todos lo abrazaron y repitieron palabras de cariño para con el. Cada vez le costaba más escucharlos. La madre acariciaba su rostro y el padre le apretaba fuerte la mano. Pestañeó una vez. La segunda vez fue un poco más prolongada. Quiso levantar el brazo para refregarse un poco los ojos, pero el brazo le pesaba una tonelada y no lo pudo mover. De golpe se sacudió, como quien brevemente se duerme. Los miró a todos que estaban a su alrededor. Nuevamente sintió que los párpados se le caían. Entonces sintió los gritos de dolor de su madre y rápidamente ruidos de cuerpos retorciéndose sobre el piso de madera. Oyó el llanto de sus hermanos desconsolados que le rogaban por favor que despertase. Una sonrisa se dibujó en su rostro.

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